Vivimos en un mundo que ha convertido la imagen en el totem que se erige como monolito de la sociedad del espectáculo. Multitud de incautos ponen en peligro sus vidas para hacerse selfies en los lugares más insospechados, buscando likes. Superfluas y efímeras fotos parecen alimentar y saciar al hambriento exhibicionismo que caracteriza nuestro mundo actual.
Si a esto sumamos la multitud de seguidores que son incapaces de apartar su mirada de tantos vídeos espantosos de violencia explícita que llegan al móvil de adolescentes y adultos de forma indiscriminada, o que aparecen diariamente en telediarios, todo parece conducir a un adormecimiento de nuestra sensibilidad. En esta sesión de Idéame reflexionamos estos aspectos.
