Nosotros fuimos los que construimos nuestro propio mundo, los seres humanos fuimos los que decidimos cuál sería la civilización en la que viviríamos, la civilización que dejaríamos a nuestros hijos.
Un
mundo lleno de descontentos, repleto de personajes deformados que
deambulan por él sin rumbo alguno: descontrolados ambiciosos de
poder, grandes ególatras, hombres vacíos por dentro atrapados en un
ciclo de autodestrucción… Todos eternos descontentos. ¿Cómo
pudieron llegar a tal punto? ¿Qué fue lo que les ocurrió?
Sacrificamos
tantas cosas buenas ¿Por qué? ¿Para qué? Un mundo que, de una
manera u otra, ridiculiza la esperanza, el desinterés, la
fraternidad… Aquello que es tan evidente, tan elemental para los
niños, tanto que incluso puede resultar difícil de hacer entender a
aquellos que una vez fueron niños. ¿De verdad somos felices? ¿Acaso
este perfecto “mundo de adultos” no deja a su paso gente cada vez
más descontenta?
No
es una negativa a crecer o a madurar ni significa que nos quedemos
atrapados en los mismos berrinches, en los mismos errores. A lo que
yo me niego es a olvidar: a olvidar que hay buenas personas, que
nosotros decidimos, que queremos cambiar todo lo malo del mundo, me
niego a olvidar que un día yo creía en esto.
Citando
"El Principito":
"Todas
las personas mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo
recuerdan)"
Quizás
los adultos nunca podrán olvidar su infancia, siempre la tendrán en
cuenta de una forma u otra. También hay que reconocer que a medida
que pasan los años y surgen nuevas preocupaciones, nuevos agobios,
resulta más difícil contactar con el niño que todos llevamos
dentro. Seguro que cualquiera querría por unos instantes volver a
ser pequeño y poder hacer cosas tan simples como vivir el presente
sin el acoso ni del pasado ni del futuro, como aquel pequeño que
juega con su muñeco y para él no existe nada más en el mundo en
ese momento.
Cuando
reflexionamos sobre el tema surgen nuevas preguntas ¿Realmente se
podría haber creado una sociedad que no hubiese acabado en este
mismo punto? ¿Si pudiéramos hacerlo en qué momento pasaría de ser
una idea a ser una realidad?
Y
más importante aún:
¿Es
este el mundo de adultos que realmente queremos nosotros?